2 enero, 2023 Agroecología

Biodinámica y Ciencia: solo los vinos naturales expresan el terroir

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Este es el segundo de una serie de artículos que investigarán las bases científicas de la viticultura biodinámica y los efectos de la agricultura convencional. En esta oportunidad, se ilustrará cómo los agro-químicos utilizados en los últimos 50 años alteran el sutil y complejo equilibrio que se ha creado entre la viña, el ecosistema del suelo y la actividad humana […]

Este es el segundo de una serie de artículos que investigarán las bases científicas de la viticultura biodinámica y los efectos de la agricultura convencional. En esta oportunidad, se ilustrará cómo los agro-químicos utilizados en los últimos 50 años alteran el sutil y complejo equilibrio que se ha creado entre la viña, el ecosistema del suelo y la actividad humana a lo largo de milenios.

¿La idea de “terroir” también implica un concepto de calidad?

En viticultura, se ha demostrado que la calidad de la uva es la consecuencia del equilibrio entre suelo (canopias, como órgano de síntesis de la energía) y el subsuelo (sistema de raíces, como interfaz con la Tierra) en cuanto expresiones de la vid (Lanyon et al. 2004). Constantini y Buccelli (2013) revisan los diferentes mecanismos que gobiernan el efecto del suelo en la calidad de la uva mediado por el desarrollo de la canopia. Se ha demostrado que la nutrición con nitrógeno (Chone et al., 2001) y el suministro de agua (Seguin, 1986) durante las fases críticas del ciclo vegetativo (entre el cuajado y la madurez) son factores esenciales en la calidad del vino y determinantes primarios del efecto “terroir”.

La geología de la roca madre también juega un papel importante, ya que influye en la textura y el color del suelo (que modifica la temperatura de la uva) y proporciona la mayoría de macro y micronutrientes, por lo tanto condicionando la expresión vegetativa (fósforo), resistencia a patógenos (azufre), resistencia a stress hídrico (zinc), integridad fenólica (manganeso) y de la membrana celular (calcio). También determina la penetración de las raíces y el drenaje profundo del agua, lo que puede tener un efecto significativo en la calidad (Lanyon et al., 2004). Finalmente, la intervención humana interactúa con estos factores a través de cultivos de verdeo o del manejo de la superficie (Steenwerth y Belina, 2008).

La biología y la estructura del suelo unen estos diferentes mecanismos en un complejo ecosistema que se autorregula. Además, las bacterias proporcionan micro-agregados, los hongos proporcionan macro-agregados y los gusanos e invertebrados determinan la degradación de la materia orgánica, la mezcla y la porosidad necesarias para crear una estructura del suelo apta para regular la disponibilidad y la aireación del agua del suelo. A pesar de estos hechos bien conocidos, después de la “revolución verde” y su impulso hacia la eficiencia de la explotación del suelo en la agricultura, la viticultura también se vio dominada por un enfoque creciente en la utilización de productos químicos.

Lo que la viticultura convencional no te dice

Las investigaciones recientes ofrecen nuevas perspectivas sobre los efectos de la agricultura convencional. Un ejemplo lo proporcionan los efectos colaterales del glifosato, el herbicida sistémico más utilizado a nivel mundial. En viticultura, normalmente se rocía en el área de debajo de la planta o en toda la hilera para evitar el crecimiento de malezas que podrían competir con la vid por agua o nutrientes. Aunque normalmente se afirma que no tiene efectos sobre las otras plantas, ya que se degrada fácilmente y se absorbe en el suelo, (Yamada et al. 2009) informan que hay evidencia de que se transfiere a las raíces de las plantas objetivo y se libera a través de exudados o material muerto y puede ser absorbido por las raíces vivas de los árboles en una huerta o de la vid en un viñedo.

El glifosato puede también puede crear deficiencias de nutrientes en el suelo debido a la inmovilización de micronutrientes (Johal et al., 2009). Además, su toxicidad para organismos benéficos (por ejemplo, los hongos mycorrhiza) y su estimulación de patógenos como los hongos responsables de enfermedades de la madera en vid, entre otros, altera la dinámica de poblaciones de microbios aumentando la predisposición a la enfermedad y reduciendo los mecanismos de defensa (Yamada et al., 2009; Johal et al., 2009; Neuman et al., 2006). Como consecuencia, también se producen infecciones de nematodos que “comen” las raíces, inhibición del crecimiento de las mismas, reducción de la síntesis de flavonoides y reducción de la fijación de nitrógeno (Neuman et al., 2006).

El glifosato no es el único agente químico que altera la función del ecosistema. Los fertilizantes sintéticos se usan regularmente en la viticultura convencional para complementar la nutrición de la vid. La adición de formas solubles de Nitrógeno (N) anula el control que las raíces de la vid desempeñan en el ecosistema del suelo creando todo tipo de desequilibrios. Estudios recientes han demostrado que los fertilizantes pueden suprimir la biomasa microbiana en los ecosistemas naturales (Treseder, 2008). En línea con este hallazgo, Kallenbach y Grandy (2011) han demostrado que la biomasa microbiana es 36% más alta en carbono (C) y 27% más alta en N en suelos tratados con enmiendas orgánicas con respecto a suelos tratados con fertilizantes inorgánicos.

Menos biomasa microbiana disminuye la capacidad del suelo para almacenar nutrientes. Esto también crea problemas para la vid, ya que la fisiología de la planta se ve alterada por el exceso de Nitrógeno: como enuncian Altieri y Nichols (2003), esto afecta su vulnerabilidad a enfermedades y plagas debido a la reducción del grosor de la epicutícula (la sutil capa externa que cubre las plantas) y al aumento del contenido de Nitrógeno del tejido (lo que aumenta su aceptabilidad a los insectos).

Los fertilizantes inorgánicos también disocian los recursos C y N, lo que afecta la eficiencia de las enzimas del suelo y suprime las enzimas clave responsables de las transformaciones de los nutrientes (Kallenbach y Grandy, 2011). Además, de los herbicidas y los fertilizantes, el efecto de los pesticidas en los organismos que viven en el suelo es ampliamente comprendido y reconocido. Esto ha llevado a la creciente adopción en la viticultura de esquemas de manejo integrado de plagas (MIP) que basan su modo de acción en principios ecológicos. Se ha demostrado que incluso sustancias permitidas en la viticultura orgánica como el cobre y el azufre alteran las comunidades biológicas de la superficie y del subsuelo.

El renacimiento de Terroir 

Si el suministro de agua, la nutrición y las características geológicas del suelo son los factores claves de la expresión del terroir y todos están mediados por la biología y estructura del suelo, ¿es razonable usar la agricultura convencional como sistema para la producción de uvas de calidad? La agricultura convencional basa su función en una simplificación de los mecanismos naturales que destruye el equilibrio del ecosistema del suelo. No sorprende que sus resultados solo puedan ofrecer una idea muy débil del potencial del “terroir”. Afortunadamente, este hecho se está volviendo cada vez más evidente para los productores de vino, los consumidores y los periodistas. Por un lado, se vuelve a la idea de que es su origen lo que hace que el vino sea interesante y diverso (Costantini y Buccelli 2013; Goode y Harrop 2011). Por otro lado, existe un renovado compromiso de los productores de áreas de cultivo premium con las prácticas agroecológicas (orgánica, biodinámica, sostenible).

Como Viers (et al. 2013) nota con su concepto de “vinoecología”, esto puede tener un gran impacto en las áreas vitícolas (tradicionales y nuevo mundo), ya que los componentes ambientales importantes para producir uvas de calidad también son los que dan lugar a la biodiversidad y la conservación del paisaje.

Referencias

    • Altieri, M.A. & Nicholls, C.I., 2003. Soil fertility management and insect pests: harmonizing soil and plant health in agroecosystems. Soil and Tillage Research, 72(2), pp.203–211.
    • Costantini, E.A.C. & Bucelli, P., 2013. Soil and Terroir. In S. Kapur & S. Erşahin, eds. Soil Security for Ecosystem Management. SpringerBriefs in Environment, Security, Development and Peace. Cham: Springer International Publishing, pp. 97–133.
    • Choné, X., Van Leeuwen, C., Chéry, P., & Ribéreau-Gayon, P., 2001. Terroir influence on water status and nitrogen status of non-irrigated Cabernet Sauvignon (Vitis vinifera). Vegetative development, must and wine composition (Example of a Medoc Top Estate Vineyard, Saint Julien Area, Bordeaux, 1997). South African Journal of Enology and Viticulture, 22(1), 8-15
    • Drinkwater, L.E. & Snapp, S.S., 2007. Nutrients in agroecosystems: Rethinking the management paradigm. Advances in Agronomy, 92, pp.163–186.
    • Goode, J., & Harrop, S., 2011. Authentic wine: toward natural and sustainable winemaking. Univ of California Press.
    • Johal, G.S. & Huber, D.M., 2009. Glyphosate effects on diseases of plants. European Journal of Agronomy, 31(3), pp.144–152.
    • Kallenbach, C. & Grandy, A.S., 2011. Controls over soil microbial biomass responses to carbon amendments in agricultural systems: A meta-analysis. Agriculture, Ecosystems & Environment, 144(1), pp.241–252.
    • Lanyon, D.M., Cass, A. & Hansen, D., 2004. The effect of soil properties on vine performance C. LandWater, eds., pp.1–54.
    • Neumann, G., Kohls, S. & Landsberg, E., 2006. Relevance of glyphosate transfer to non-target plants via the rhizosphere. ZEITSCHRIFT FUR ….
    • Seguin, G., 1986: ‘‘Terroirs and pedology of vine growing’’, in: Experientia, 42: 861–873.
    • Steenwerth, K. & Belina, K.M., 2008. Cover crops enhance soil organic matter, carbon dynamics and microbiological function in a vineyard agroecosystem. Applied Soil Ecology, 40(2), pp.359–369.
    • Treseder, K.K., 2008. Nitrogen additions and microbial biomass: a meta-analysis of ecosystem studies. Ecology Letters, 11(10), pp.1111–1120.